
Este Atahualpa ya dicho era indio bien dispuesto y de buena presencia de buenas carnes no grueso demasiado hermoso de rostro y grave en él, los ojos encarnizados cuando a este señor le quitaron del palo donde le mataron, llegaron sus indios y cavaron la tierra donde habia tenidos los pies cuatro dedos y la llevaron como por reliquias.
Pedro Pizarro, 1571
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